Breve historia de la tía Pepita
La tía Pepita se volvió loca el día que su
marido se la jugó a las cartas y la perdió. Ese día su marido no tuvo el valor
de presentarse en casa, de decirle que lo había perdido todo… incluso a ella.
En su lugar se embarcó en el primer barco que partía para las Indias. Nunca más se supo de él.
Por supuesto la locura no fue inmediata. Pasó
por todos los estados: incredulidad, negación, odio y desesperación. No terminó
en un convento (que era lo que sus padres hubieran querido) sino que se fue a
vivir con una prima y su familia. A efectos de la sociedad sevillana de la
época fue como si se la hubiera tragado la tierra. Desapareció de todos los
eventos públicos y de sus calles. Nunca más se la volvió a ver.
¿Es justo que ella tuviera que desaparecer? ¿El dolor se puede convertir en locura?
Ella nunca olvidó. Nunca olvidó lo que fue estar enamorada y pensar que tenía todo el mundo a sus pies. No olvidó sus abrazos y besos robados en un jardín a la luz de la luna. No olvidó las serenatas bajo la ventana, ni las cartas de amor que le hacía llegar a través de una vieja criada. Con el tiempo solo la locura podía darle un respiro y le permitía vivir en un mundo imaginado donde él no se hubiera ido y siguieran estando juntos para siempre. A veces la ausencia es más dura que la muerte, a veces el olvido es imposible y la locura es lo único que le permite levantarse cada día.
Para seguir leyendo sobre la tía Pepita:
- Escritos de la tía Pepita:
- La Huida
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