1ª CARTA – CHILE 22/JUN/1998

 Santiago de Chile, 22 de junio de 1998. 

Mis muy queridos amigos, 

             Ayer aterrizamos en Santiago de Chile. Las catorce horas de vuelo se mi hicieron eternas, realmente llegamos al fin del mundo. Nada me había preparado para la impresionante vista de la cordillera nevada: montañas y más montañas cuyos picos parecían elevarse a miles de metros frente a un cielo azul intenso. Blanco, gris, rojo, azul. No se veían señales de vida humana. No había casas, ni carreteras, ni señales de civilización. Lo salvaje y lo inhóspito del lugar me atraía de una forma que no soy capaz de describir. 



El aeropuerto estaba cubierto por una espesa niebla así que nos vimos obligados a dar varias vueltas hasta que se despejó lo suficiente como para poder aterrizar. La ciudad de Santiago se encuentra rodeada de montañas y el río Mapocho la atraviesa de este a oeste como si fuera su espina dorsal. 

El camino del aeropuerto al hotel en taxi con mi amiga fue surrealista. Agotadas y con jetlag intentábamos entender lo que el taxista nos decía pero era difícil encontrarle mucho sentido a la conversación. Recuerdo fragmentos de ella como en un sueño:

–¿De dónde son?

–De España, somos españolas.

–¡Olé! ¡Viva España! ¡Vivan los toros! ¿Bailan flamenco? ¿tocan la guitarra?

–No, la verdad es que nada de nada: ni flamenco, ni guitarra, ni toros. 

–¿Cuál es el río que pasa por Santiago?

–Lo siento, la verdad es que no lo sé.

–¡El Mapocho! El grandísimo Mapocho… ya lo van a ver…

Llegado a este punto tengo recuerdo a mi amiga preguntándome en un susurro si el conductor hablaba español. He descubierto que, aunque todos hablamos español, no lo hacemos ni dela misma forma ni con el mismo sentido. Estoy segura de que si soltamos a un andaluz en medio de Santiago tampoco lo iban a entender. En estos dos días en la capital chilena me he enfrentado a más dificultades lingüísticas de las que esperaba. 

             Un fuerte abrazo, 

Egeria 

PD. El Mapocho no resultó ni demasiado grande ni demasiado impresionante no así la ciudad. Nos sorprendimos con una ciudad moderna llena de edificios vanguardistas, calles amplias y bien cuidadas. La arquitectura es, en mi opinión, lo más grandioso de Santiago de Chile. 


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