El café
En Santiago de Chile descubrí los "cafés con piernas" del centro. Sirven muy buen café, hay pocas o ninguna mujer entre los parroquianos y suelen ser servidos por señoritas que dejan ver más o menos carne. Los cafés están llenos de espejos para que los comensales puedan ver bien desde cualquier ángulo disimuladamente. Como trabajaba en el centro terminábamos yendo a uno de ellos. ¡Fue un verdadero shock! Mis genes XX se rebelaban contra tamaño machismo y eso que yo iba a los "decentes".
En Buenos Aires el café era muy bueno. Solían tener máquinas de expreso y en su mayoría servían café Illy. Nada como un buen café con leche acompañado de facturas (croissants) para desayunar. La influencia del sur de Europa se notaba desde primera hora de la mañana.
México que también es uno de los grandes productores de café tampoco se caracteriza por su preparación. Por supuesto, ya consigues un buen café expreso en casi todos los restaurantes pero si vas a un lugar más tradicional te sirven "café de olla" que es una variación del tintico de Colombia a la que le añaden especias como canela y clavo. El problema es que si pides un té te dan una infusión de manzanilla, así que durante mucho tiempo cargué en el bolso un paquete con sobres de té y pedía una taza de agua caliente que ya me preparaba yo a mi gusto.
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