El café


Como buena española me gusta el café bien cargado, fuerte, capaz de levantar hasta a los muertos. En España tenemos una amplia variedad de cafés: solo, con leche, cortado, manchado, mediana, con hielo... Las variaciones son infinitas y los camareros tienen la asombrosa capacidad de recordar cómo es el café que le ha pedido cada quién aunque la mesa sea larga. En cualquier bar puedes pedir un café de máquina muy decente. En mis viajes por América me encontré también con una variedad sorprendente de cafés, en algunos lugares el café me parecía muy bueno, en otros terminaba pidiendo té. 

En Santiago de Chile descubrí los "cafés con piernas" del centro. Sirven muy buen café, hay pocas o ninguna mujer entre los parroquianos y suelen ser servidos por señoritas que dejan ver más o menos carne. Los cafés están llenos de espejos para que los comensales puedan ver bien desde cualquier ángulo disimuladamente. Como trabajaba en el centro terminábamos yendo a uno de ellos. ¡Fue un verdadero shock! Mis genes XX se rebelaban contra tamaño machismo y eso que yo iba a los "decentes". 

En Buenos Aires el café era muy bueno. Solían tener máquinas de expreso y en su mayoría servían café Illy. Nada como un buen café con leche acompañado de facturas (croissants) para desayunar. La influencia del sur de Europa se notaba desde primera hora de la mañana. 

La primera vez que fui a Colombia esperaba encontrarme con el mejor café del mundo, ese que aparecía en los anuncios de Juan Valdés de mi infancia, así que cuando llegué y me ofrecieron un "tintico" casi me muero. Tintico es sinónimo de agua de calcetín. Los colombianos toman café a todas horas, pero es un café aguado que no hay quien beba. Fue uno de los lugares por los que opté por el té. 

México que también es uno de los grandes productores de café tampoco se caracteriza por su preparación. Por supuesto, ya consigues un buen café expreso en casi todos los restaurantes pero si vas a un lugar más tradicional te sirven "café de olla" que es una variación del tintico de Colombia a la que le añaden especias como canela y clavo. El problema es que si pides un té te dan una infusión de manzanilla, así que durante mucho tiempo cargué en el bolso un paquete con sobres de té y pedía una taza de agua caliente que ya me preparaba yo a mi gusto. 


Un viaje gastronómico

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