México, un país de contrastes

Cuando llegué a México hace doce años me sorprendió encontrarme con un país lleno de contrastes donde la cultura y las tradiciones se entremezclaban con el bullicio de una sociedad moderna. No hay día que no se lancen cohetes para celebrar algo o que el tráfico de la ciudad no colapse por las lluvias, las obras, las manifestaciones o las mismas peregrinaciones que devotos desde distintos puntos del país realizan a la Basílica de la Virgen de Guadalupe. Trasladarse por la ciudad es siempre una aventura llena de suspenso. No sabes si llegarás o no a tu destino, si lo harás a tiempo. 


La Ciudad de México es un monstruo que a veces está dormido y te permite cruzarla de puntillas, otras, está despierto y te atrapa y te asfixia. Una serpiente emplumada al acecho. 

Vivir en México ha supuesto un cambio radical en la forma de concebir el mundo. Los mexicanos están muy orgullosos de sus símbolos patrios y culturales y los llevan con orgullo ya sea su bandera, la virgen de Guadalupe o sus altares de muerto. No se puede vivir en esta Ciudad y no ir a visitar a la "morenita", sus tianguis, sus mercados, sus barrios, sus museos, las pirámides de Teotihuacan, el Palacio de Bellas Artes, el Sanborns de los azulejos. Cada sitio, cada lugar, tiene una historia que contar y son esas historias las que de alguna forma me gustaría atrapar. 


México y el mes de septiembre. Una relación de amor odio. 

Carta: el temblor del 2017

El altar de muertos

México guadalupano

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